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SALUD

11 de octubre de 2023

10 de octubre: una oportunidad para reflexionar sobre el derecho a la salud mental desde la escuela

¿Qué es la salud mental? ¿Qué implica pensarla como un derecho? ¿Qué condiciones debemos generar desde las escuelas para fortalecer los cuidados en salud mental? El Día Mundial de la Salud Mental representa una oportunidad para plantearnos estos interrogantes. Ofrecemos una serie de propuestas para realizar en el aula.

¿Qué entendemos por salud mental?

La Ley Nacional de Salud Mental N° 26.657, sancionada en 2010 y reglamentada en 2013, reconoce a las personas con padecimientos subjetivos como sujetos de derecho y establece que los abordajes en salud mental deben ser interdisciplinarios, intersectoriales y comunitarios. 

En su artículo 3 define la salud mental como «un proceso determinado por componentes históricos, socioeconómicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona».

En lugar de centrarse en aspectos meramente individuales y patológicos, se asume que se trata de una construcción singular y colectiva, en cuanto somos personas únicas, irrepetibles y diversas, que, además, portamos marcas comunes, propias de la época en que vivimos. 
 

Sin embargo, la salud mental no siempre se pensó de este modo. La forma de entenderla y abordarla ha variado a lo largo de la historia; por ejemplo, durante la Edad Media, la locura era considerada una «posesión diabólica». Resulta paradigmática, en este sentido, la figura de las brujas, condenadas a la hoguera para «liberar su alma» de aquella posesión. Luego, en la modernidad, con la aparición de la medicina científica y la psiquiatría, la locura se medicaliza. «Las personas locas» pasaron a ser consideradas «enfermas mentales», despojadas de la razón. Se instaló entonces la presunción de peligrosidad, que justificó la estrategia del encierro y la exclusión, y el manicomio como lugar de tratamiento para alojar la locura.  

Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, y en consonancia con los principios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se vienen desarrollando propuestas de reformas que, desde una perspectiva de derechos con base comunitaria, sostienen que los lazos sociales son fundamentales para el bienestar de las personas. Se plantea que el encierro no contribuye a la salud mental. En esta perspectiva crítica de la mirada individual y patologizante, se inscribe la Ley Nacional de Salud Mental antes mencionada y los antecedentes normativos que la preceden (art. 2).

Las miradas centradas solamente en la dimensión individual de las problemáticas de salud mental tienen vigencia en nuestros días. Por ejemplo, cada vez que tienden a silenciarse u ocultarse, y también cuando se proponen abordajes psicopatologizantes, basados exclusivamente en la derivación o en tratamientos psicofarmacológicos.

Cabe preguntarnos, entonces, cuál es el rol de la escuela en relación con los cuidados en salud mental.

¿Por qué trabajar los cuidados en salud mental desde la escuela?

Por un lado, porque existen diversos marcos normativos que establecen la responsabilidad de la escuela en el cuidado de la salud mental de las y los estudiantes. La Ley de Educación Nacional N° 26.206 define como una de las obligaciones de las y los docentes del sistema educativo proteger y garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes, en concordancia con lo dispuesto en la Ley N° 26.061, la cual establece que la escuela es corresponsable del cuidado tanto de su salud (art. 14), como de su integridad física, sexual, psíquica y moral (art. 9). Además, existen normativas específicas del ámbito educativo sobre diversas temáticas que aportan al marco legal para el abordaje de la salud mental integral en la escuela: Ley N° 26.150 de Educación Sexual Integral; Ley N° 26.892 Para la promoción de la convivencia y el abordaje de la conflictividad social en las instituciones educativas; Ley N° 26.586, que crea el Programa Nacional de Educación y Prevención sobre las Adicciones y el Consumo Indebido de Drogas, etc. Otras normativas sobre determinadas problemáticas de salud mental (como el Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos, Ley N° 26.934, o la Ley Nacional Nº 27.130 de Prevención del Suicidio) complementan los aportes de la Ley N° 26.657 y ubican la escuela como un espacio de cuidado de la salud mental.

Además, es necesario trabajar en el fortalecimiento de los cuidados en esta dirección dado que durante 2022 el Ministerio de Salud de la Nación y la CONISMA han formulado la Estrategia Federal de Abordaje Integral de la Salud Mental y los Consumos Problemáticos, en el marco de la cual la escuela tiene un rol desde su especificidad e incumbencias. Entre los objetivos de la estrategia, se define la necesidad de dar respuesta al aumento en la demanda de asistencia y cuidados en salud mental en la sociedad en general, con algunas particularidades para la población de personas jóvenes. Resulta importante considerar que, aunque el atravesamiento por la pandemia ha sido global, las vivencias en relación con ella fueron y son singulares, así como los tiempos de cada persona o grupo o comunidad para elaborar las condiciones adversas. Tener en cuenta estas singularidades, conocerlas, pensarlas, analizarlas, con el recaudo de no llevar a cabo generalizaciones («a todas/os nos pasó lo mismo») o de establecer enunciados patologizantes («las/os estudiantes se encuentran deprimidas/os»), y reconocer la diversidad de formas de sufrimiento humano, es parte de las tareas y formas en que se puede acompañar a nuestros/as estudiantes desde la escuela.

Por otro lado, trabajar los cuidados en salud mental desde la escuela es necesario porque educar y cuidar son acciones indisociables: las tareas que se despliegan a diario en estas instituciones para acompañar los recorridos de las y los estudiantes son en sí cuidados en salud mental. La perspectiva de derechos reconoce que educar y cuidar suceden de manera simultánea, y por ello son acciones indisociables. En la vida escolar los cuidados son parte de la tarea cotidiana, no deberían pensarse como una «sobrecarga» de tarea, o prácticas ajenas a las habituales, sino como una responsabilidad, como parte del desempeño profesional. Por ejemplo, cada vez que en las escuelas se acompañan trayectorias educativas, se está disponible para la escucha, se piensan y repiensan las propuestas de enseñanza y evaluación, se analizan las lógicas y la cultura institucional. 

Por último, porque las escuelas pueden ser el escenario en el que se manifiestan diversos padecimientos que, en ocasiones, tensionan los dispositivos con los que las instituciones cuentan, alterando la dinámica de funcionamiento cotidiano. Estas situaciones requieren de cuidados singularizados que contemplen todas las dimensiones en juego: subjetivas, vinculares, familiares, institucionales, sociales, económicas, de época, etc. Se trata así de un abordaje desde la complejidad que esté en consonancia con el enfoque de salud integral.

Por tales motivos resulta fundamental consolidar una mirada específicamente pedagógica de los cuidados en salud mental en las escuelas. Sin dejar de reconocer el aporte de otros campos y disciplinas, se busca fortalecer un enfoque propio del ámbito escolar que nos permita pensar en intervenciones posibles, planificadas y consensuadas por los distintos miembros de la institución. Nos referimos tanto a los cuidados cotidianos que se constituyen en modos de promocionar la salud mental, como a los cuidados particulares que se desarrollan ante emergentes o problemáticas diversas. 

¿Cómo cuidamos la salud mental desde la escuela?

Un modo de fortalecer los cuidados en salud mental en las instituciones educativas es orientar la tarea cotidiana hacia el ejercicio efectivo de derechos, hacia la construcción de una ciudadanía activa y democrática que fortalezca el lazo social, la grupalidad, los vínculos intergeneracionales y con la comunidad. Las experiencias pedagógicas que pueden resultar significativas, que portan sentido para niñas, niños y adolescentes, que les otorgan protagonismo en sus procesos de aprendizaje, que implican quiebres en los modos habituales de pensar el mundo en el que vivimos y también las que producen lazos y vínculos colectivos, son en sí mismas acciones de cuidado de la salud mental. 

Además es importante reconocer que cuando se trabajan ciertos contenidos —como aquellos vinculados con la Educación Sexual Integral (ESI) o el abordaje de los consumos problemáticos— se están desarrollando cuidados en salud mental.

Otra forma es a partir de la construcción de marcos de cuidado institucionales. Para ello es necesario ofrecer instancias de participación y toma de decisiones basados en vínculos de confianza, respeto y reconocimiento mutuo. La escuela no está sola en estos cuidados, sino que es parte de una red de organismos e instituciones corresponsables en garantizar los derechos de niñas, niños y adolescentes, con las que debe trabajar articuladamente (Ley N° 26.061).

Abordar la salud mental en la escuela no implica entonces trabajar de modo fragmentado las emociones ni elaborar propuestas que busquen controlarlas, regularlas o individualizarlas. Las emociones no son «buenas» ni «malas» en sí mismas. Más bien se trata de integrar la vida afectiva, entendiéndola como parte de la convivencia escolar, e indisociable de otros aspectos que hacen al bienestar y a la salud mental de las personas: aspectos familiares, comunitarios, sociales, económicos, culturales, etc. 

Tampoco se trata de generar dispositivos de escucha individuales o grupales como modo único de dar respuesta a las preocupaciones y demandas de estudiantes. Estas instancias planificadas en un tiempo y espacio específico pueden resultar valiosas, en el marco de una estrategia de cuidados integral, diseñada institucional y participativamente. Generar una escucha activa es parte de las acciones de cuidados que todos los actores institucionales realizan, cada cual desde su rol en la institución. Resulta importante contemplar los múltiples modos desde los que se puede intervenir en la escuela (el abordaje singular, la reflexión sobre las prácticas institucionales, las propuestas de enseñanza, el trabajo con otros actores comunitarios, etc.) y diversificar las propuestas en función de los propósitos y las situaciones que acontecen. 

Actividades

Nivel Inicial

Sugerimos trabajar con la propuesta «A cuidarnos aprendemos cuidando», disponible en Pensar los vínculos en tiempos de pandemia: la escuela como un lugar de cuidado (página 36), que invita a reflexionar sobre lo que significa el cuidado y promover acciones de cuidado hacia otro y otras.

Nivel Primario

Sugerimos trabajar con la propuesta «Te cuento algo», que se encuentra en Pensar los vínculos en tiempos de pandemia: la escuela como un lugar de cuidado (página 38). Las actividades proponen fomentar la expresión y los vínculos grupales a partir del cuento «El lunes conocí a Emi», de Paula Bombara ilustrado por Ivanke y Mey.

Nivel Secundario

Sugerimos trabajar con la propuesta «Día Mundial y Nacional de la Salud Mental», que está en el material Cuidadosde la colección Derechos Humanos, Género y ESI en la escuela

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