ACTUALIDAD
21 de septiembre de 2025
Una comunidad en la radio: el Servicio Auxiliar de Radioaficionados de la Armada celebra 64 años

Creado en 1961, el SARA mantiene viva una tradición de exploración y camaradería que desafía las distancias y el paso del tiempo.Gaceta Marinera
Para comienzos del siglo XX esta nueva tecnología se consolidó en círculos especializados, ampliándose después a todos los ámbitos. Particularmente en el escenario naval y marítimo, una tragedia de resonancia internacional terminó de fijar los protocolos para su implementación.

El 14 de abril de 1912, el RMS “Titanic” impactó con una masa de hielo mientras navegaba por el Atlántico, provocando la muerte de casi 1500 pasajeros. Si bien los radioperadores de a bordo lograron transmitir un desesperado mensaje de socorro en código Morse, la ayuda tardó en llegar: los barcos más cercanos estaban demasiado lejos y el único en las inmediaciones –el SS “Californian”--, tenía su estación de radio apagada.
El trágico desenlace sirvió para consolidar universalmente el código SOS como llamada de socorro e impulsó la creación del Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida en el Mar o SOLAS (acrónimo de "Safety Of Life at Sea") que exige equipos de radio a bordo activos las 24 horas del día.
La telegrafía inalámbrica continuó expandiéndose y paulatinamente evolucionó hacia la radio propiamente dicha. La principal diferencia radica en que mientras el “telégrafo sin hilos” transmitía señales codificadas (como puntos y rayas), la radio posibilita la transmisión de sonido, especialmente la voz humana.

El inicio de la radio en Argentina
En 1915, el ingeniero Teodoro Bellocq concretó el primer enlace radiotelegráfico nacional uniendo Buenos Aires y Tigre. Aquella experiencia abrió un camino que entusiasmó a ingenieros, aficionados y soñadores que comenzaron a montar estaciones caseras. Entre ellos, un grupo de jóvenes pasaría a la historia como “los locos de la azotea” luego de realizar la primera transmisión radial de Argentina en la terraza del Teatro Coliseo, el 27 de agosto de 1920.
Enrique Susini, parte de esa comunidad inicial y quizás una de las personalidades más influyentes de la época, supo integrar las filas de la Armada Argentina desde donde también efectuó investigaciones vinculadas al mundo radial. Tiempo más tarde, junto al resto de sus compañeros, fundó “Lumiton”, la primera productora cinematográfica del país, responsable de clásicos del cine nacional como “La muchachada de a bordo” (1936), donde se estrenó la Marcha de la Armada.
La Institución detectó tempranamente el poder transformador de la radio, en particular sus aportes a la Defensa Nacional. Supo mantener estrecha relación con los radioaficionados y siguió atenta cada avance en torno a esta tecnología. De hecho, al fundarse el Radio Club Argentino (RCA) en 1921, se eligió como presidente al Capitán de Fragata Luis Orlandini, por entonces Jefe de Comunicaciones Navales del Ministerio de Marina.
La Armada forjó así un sólido lazo con la radio, convirtiéndose en un nexo clave para su desarrollo y reconocimiento oficial.

El SARA, una hermandad activa
Para el Suboficial Principal Comunicaciones Mariano Ariel Cabrera, encargado del Servicio Auxiliar de Radioaficionados de la Armada (SARA), lo más valioso del Servicio es su espíritu de hermandad: “La camaradería y predisposición es lo que caracteriza a los radioaficionados, y en la Armada se respeta esa tradición”.
Titular de la licencia LU2CN, el SARA fue creado el 21 de septiembre de 1961. La iniciativa buscó materializar los años de experiencia de la Armada en un servicio propio. Su objetivo es integrar a la Institución a aquellos radioaficionados que deseen participar voluntariamente de actividades que ligan a las radiocomunicaciones con el ambiente naval.

El Servicio, que pertenece actualmente al Departamento de Comunicaciones, bajo la órbita del Servicio de Comunicaciones, Informática y Ciberdefensa de la Armada,
ofrece asesoramiento a los componentes de la Institución en lo que refiere a radiocomunicaciones, colabora en la difusión de la misión de la Armada y, principalmente, brinda apoyo técnico en eventos programados o emergencias.
“Cuando los medios convencionales fallan, los radioaficionados están. Por eso el servicio se mantiene vigente”, resalta Cabrera. Tal fue el caso de las inundaciones en Bahía Blanca, en marzo de este año. Al colapsar las principales redes telefónicas y de internet, radioaficionados de distintos puntos del país conformaron una red de emergencia para generar enlaces de conexión con autoridades municipales y de Defensa Civil.

La estación cabecera del SARA está localizada en Buenos Aires y existen estaciones zonales en Puerto Belgrano, Río Grande, Mar del Plata, Trelew, Ushuaia, Base Antártica Orcadas y el Apostadero Naval Río Gallegos.
Incluso, durante el Conflicto del Atlántico Sur, el SARA prestó apoyo radioeléctrico a la dotación destacada en las Islas Georgias del Sur. En simultáneo, el Apostadero Naval Malvinas (única unidad de la Armada creada en las Islas) también funcionó como estación de contacto para gestionar comunicaciones de bienestar con el personal militar.

Presente y futuro
Dentro de la carrera naval, la especialidad Comunicaciones está reservada al personal que opera a través de terminales de mensajería o sistemas de comunicaciones. Por su formación profesional, los comunicantes suelen relacionarse con el mundo de la radioafición, orientado exclusivamente a la intercomunicación civil sin fines de lucro, debidamente autorizada.
“Yo pertenezco a la primera camada de radioaficionados del Comando Conjunto Antártico ya que desde hace tres años el ENACOM (Ente Nacional de Comunicaciones) exige a los radioperadores del continente antártico tener el curso de radioaficionados”, apunta el Suboficial Cabrera.
En el caso del personal militar con formación previa, la capacitación es intensiva y una vez finalizada reciben la licencia para operar como radioaficionados junto con sus indicativos característicos. Quienes no cuentan con esa base deben realizar el curso completo en un radio club o institución autorizada, donde se abordan contenidos técnicos, normativa vigente y prácticas operativas. Concluida la instancia formativa, la entidad responsable eleva ante ENACOM el trámite correspondiente para la emisión de la licencia.

“Tener la licencia es interesante porque permite vincularse más con el entorno civil. Por eso está la idea de que los cabos segundos, ni bien egresen de la Escuela de Suboficiales, puedan acceder al curso y sumar experiencias”, señala el Suboficial Cabrera.
En la actualidad, dos cabos comunicantes y radioaficionados se encuentran a bordo de la fragata ARA “Libertad” en el viaje de instrucción Nº 53: la Cabo Principal Jessica Melisa Vega y el Cabo Primero Kevin Bogado. Ambos operan con el indicativo LU8AEU/MM (Móvil Marítimo), estableciendo contactos con estaciones de cualquier ciudad del mundo. Como es costumbre, siempre que se concreta una comunicación se procede al intercambio (ahora virtual) de tarjetas QSL que constatan cada conexión.
A lo largo de su historia, la radio demostró ser mucho más que un recurso técnico para convertirse en un refugio de encuentro, aprendizaje y camaradería, incluso en momentos críticos. 64 años después, el SARA continúa manteniendo viva esta tradición, proyectando el espíritu fiel de la radioafición a la vida naval.

COMPARTIR:
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!