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POLITICA

14 de abril de 2025

Nissan huye de Argentina: El vacío industrial de Milei deja miles de familias sin sustento

La automotriz japonesa cierra su planta en Córdoba, generando despidos masivos y asestando otro golpe letal a la industria nacional.

El modelo de «libertad» y «apertura» que pregona Javier Milei está dejando una estela de destrucción en la industria argentina. Nissan, la automotriz japonesa que apostó por el país en 2010 y logró consolidarse como un actor clave en la producción de pick-ups en la región, anunció el cierre definitivo de su planta en Santa Isabel, Córdoba. La decisión no solo deja sin empleo a 400 trabajadores de manera inmediata, sino que también pone en jaque a más de 30 pymes autopartistas que dependían de su producción.

La medida se da en un contexto de profunda crisis industrial, marcada por el derrumbe del consumo, la paralización de la economía real y la falta de políticas de incentivo a la producción. Sin embargo, en un acto de negación digno de un manual de ficción distópica, el gobierno de Milei sigue vendiendo la falacia de un «repunte económico», mientras las fábricas cierran y miles de trabajadores quedan en la calle.

El «milagro» de Milei: desindustrialización y desempleo

El cierre de Nissan no es un hecho aislado. Forma parte de una tendencia alarmante que se profundizó con la llegada de Milei al poder: el desmantelamiento de la industria nacional en favor de importaciones y la retirada de inversiones extranjeras. La automotriz japonesa no soportó la brutal recesión que el gobierno libertario profundizó con su «motosierra». Con el consumo interno por el piso y sin una estrategia de protección a la producción local, Nissan optó por trasladar su línea de ensamblaje a México, donde las condiciones son más favorables.

A pesar de que Milei y su equipo económico insisten en que Argentina está «abierta al mundo» y que las inversiones «llegarán pronto», la realidad es que lo único que prolifera son despidos, suspensiones y empresas que se marchan. En solo siete años, Nissan logró consolidarse en el país con una línea de producción que abastecía a Brasil, Chile y Colombia. Pero la falta de garantías económicas y la retracción del mercado hicieron que la firma decidiera dar el portazo.

400 familias sin ingresos y un efecto dominó en la industria

El impacto del cierre de Nissan va mucho más allá de sus 400 empleados directos. La red de proveedores y pymes autopartistas que sostenía su producción también se ve amenazada. Más de 30 empresas nacionales que suministraban componentes para la fabricación de las pick-ups Nissan Frontier y Renault Alaskan quedarán en una situación crítica.

La salida de Nissan también representa un golpe estratégico para la industria automotriz argentina, que históricamente ha sido un polo de generación de empleo y desarrollo tecnológico. En la planta de Santa Isabel no solo se producían las pick-ups mencionadas, sino también modelos de Renault como el Logan, Sandero y Stepway. La sinergia entre ambas marcas permitió que Argentina se consolidara como un hub regional en la producción de vehículos utilitarios, pero el colapso económico y la desidia gubernamental terminaron por quebrar ese acuerdo.

Un gobierno que aplaude la fuga de empresas

Mientras Nissan anuncia su retirada, el ministro de Industria de Córdoba, Pedro Dellarossa, intenta justificar lo injustificable. Con un cinismo absoluto, señaló que el cierre «se enmarca en una serie de decisiones estratégicas» de la empresa debido al «mal momento global». Sin embargo, la propia multinacional había advertido en febrero que la situación en Argentina era insostenible y que evaluaría trasladar su producción.

El gobierno de Milei, lejos de reconocer su responsabilidad en la crisis industrial, persiste en su postura negacionista. Mientras los despidos se acumulan y las inversiones extranjeras se evaporan, el presidente y su equipo insisten en que «la casta está nerviosa» y que «la Argentina se está recuperando». Pero las cifras son contundentes: la caída del consumo, la suba del desempleo y la retracción del PBI industrial desmienten el relato oficial.

La Argentina de Milei: importar y despedir

El cierre de Nissan es una muestra clara del modelo que Milei pretende imponer: un país sin industria, dependiente de importaciones y sin protección para el empleo. La automotriz anunció que seguirá vendiendo sus vehículos en Argentina, pero produciéndolos en México. Es decir, el país se quedará sin los beneficios de la producción local, pero seguirá abasteciendo de ganancias a la multinacional.

Mientras tanto, los trabajadores quedan en la calle, las pymes quiebran y el Estado pierde recaudación fiscal. Este escenario de desindustrialización forzada es el resultado de una política económica que solo beneficia a los grandes conglomerados financieros y especulativos, mientras destruye la economía real.

El caso de Nissan no será el último. Otras empresas ya están evaluando su continuidad en el país ante la incertidumbre política y económica que el gobierno de Milei profundiza día a día. El «milagro libertario» solo está trayendo miseria, desempleo y desindustrialización. Mientras Milei juega a ser influencer en redes sociales, la Argentina productiva se desmorona ante sus ojos.

Y cuando la última fábrica apague sus máquinas, ¿qué le quedará al país? La respuesta, tristemente, ya la conocemos.

 

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